![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCWFG7H7K1Mw0QqZNiOdvTR1xYMq_-usOZTxc99lX9NxpZTuRg9TI8HlFa-49FG7nhi6kifYYU8M9bFDFyFot5U-iqsb0Cd1YVv8jq8MYPW1oblLs0fhDPkz5avnlYx8RVFLyGKO_4WedZ/s400/Castillo+de+Maqueda.jpg)
Postrimerías del mismo siglo XV de siempre, sala principal del castillo de Sinda y de Ginés (tanto monta, monta tanto)
Hacía ya más de dos meses, que habían vuelto de su viaje de novios a la isla de Mallorca, donde se habían alojado en el castillo del Conde-Duque Don Pedro (primo de Ginés) en la localidad de Cala Ratjada.
Don Ginés, en bata de malla y pantuflas con espuelas, leía la prensa deportiva, con los resultados de las últimas justas y la composición de los torneos de aquella temporada, esperando impaciente los enfrentamientos de la 1ª jornada:
Real Magerit-Califato de Cordoba.
Atletico Castellano-Condado de Barcelona F.C.
Reino de Aragón C.F.-Reino de Valencia C.F.
Hispalis C.F.-Caesaraugusta-Balompié.
Emérita Augusta-Reino de Granada.
Brigantium de Hercules-Athlétic de Vizcaya.
Sinda, con una sonrisa radiante y enigmática, se dirige a su esposo:
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwfdszy0UIc7A6Vbi9mMAXfkJ1tpih7P_hKMwWkg4cONXvL230tTCg2J0Ec4pO7i-nzCfY-aJUdy1oQD7KfzoIZJnGA3VKZQub9hyphenhyphenXOpwHxhXiW4PElCmtV1_aa2HSG2T1xL7oCd1EC3rk/s400/Sinda+pre%C3%B1ada.jpg)
.- ¡Ginés, tengo una noticia...!
.-¡Dime, Sinda, ¿qué pasó...?
.- ¡Voy por la segunda falta
y eso nunca me ocurrió...!
.-¿Qué te falta vida mía,
qué te puedo yo ofrecer...?
.- ¡Veo no me has entendido
pues son cosas de mujer...!
.-¿Joyas, vestidos, zapatos,
o ...quizá una thermomix...?
.-¡Que no, Ginés, que no es eso
lo que me ha faltado a mí!
.-¡Pues entonces no lo entiendo,
qué te puede a ti faltar...!
¡Ginés, me he quedao preñada!
¿lo entiendes ahora ya...?
Ginés, mudó "la color"
y esbozando una sonrisa,
se secó dos lagrimones,
mientras le entraba la risa...
.-¡Padre yo! ¿qué estás diciendo?
¡Sinda, dime la verdad!
¡me estás tomando el cabello
y me quieres embromar...!
.-¡Que no, Ginés, te lo juro,
que es de verdad de la buena,
hasta me ha entrado un antojo,
de angulas con hierbabuena!
.-¡Ginés, me apetecen gambas!
¡Ginés, quiero golosinas!
¡Ginés, cómprame altramuces!
¡Ginés, asa unas sardinas...!
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Un domingo de mañana,
a Sinda le apeteció,
que se acercaran al Rastro
y Ginés ¡claro! accedió.
Y ensillando los caballos,
con un carrito de arrastre,
se marcharon al mercado,
con la tripa por delante.
Al llegar ante la entrada,
se tuvieron que parar
para aparcar los caballos
y el carrito en un lugar,
que habían habilitado,
¡claro, después de pagar!
Un maravedí, la hora,
dos ducados la jornada,
con fracciones de minuto
(no se olvidaban de nada)
Los puestos, eran diversos,
en los rastros hay de todo,
ropa nueva, ropa vieja,
armaduras, chirimbolos...
.-¡Mira Ginés, miriñaques,
sayas, lazos , escarpines,
tocas, velos, capas, guantes,
corpiños de colorines...!
Y Ginés la contemplaba,
con ojitos de querer...
¡de querer marcharse a casa,
que era hora de comer...!
Pero con tanto ajetreo
y con tantas emociones,
Sinda, comenzó a notar
que tenía contracciones.
.-¡Ay, Ginés marido mio,
que me parece que ya
la criatura está en camino,
porque lo empiezo a notar...
Una carroza-ambulancia,
se presentó en el lugar,
en menos tiempo, que el tiempo
que se tarda esto en narrar.
Y con luces de faroles
y ululares de sirena,
llegaron al Hospital
de la Santa Hermandad Buena.
Así fue como ocurrió,
que una mañana de Otoño,
Sinda y Ginés fueron padres,
de un regordete retoño.
continuará....(quizá)Pedro.M.B.