EL ASOMBRO DE JONÁS CANTALAPIEDRA.

Amanecía en Mallorca,
aún era noche en Toledo
y en Canarias los relojes
daban una horita menos.

Don Jonás Cantalapiedra,
con su caballo Lucero,
salió por darse una vuelta
y que hiciese pis su perro.

El can era un amasijo
de ojos saltones y huesos,
con un pelo negro crespo
que le daba aire de fiero.

Después de treinta minutos
de caminar por el suelo,
se encontró con un buen hombre
que a pie cubría el trayecto...

.-¡Tenga buen día buen hombre!

.-¡Buenos días, caballero!

.-¿Cómo madruga usted tanto...?

.-¡Para buscar el sustento,
porque me encuentro en el paro
y preciso de alimentos!

.-¿Y no ha encontrado usted nada...?

.-¡No señor, aunque lo intento,
que con esto de la crisis
no hay ni un puñetero empleo...!

¿No recibe usted la ayuda
de los cuatrocientos euros,
que he leído en los diarios,
les proporciona el Gobierno...?

El caballo dió un relincho,
un ladrido pegó el perro
y el parado, de la risa,
se tiraba por el suelo.

.-¡O me está usted vacilando
o es muy memo o está ciego.
Eso es solo propaganda
para que no protestemos
y cuando vas a cobralos
se te rien en los belfos.

.-Permítame que lo dude,
porque yo creo que es cierto
¡que lo han dicho en las noticias
los señores del Gobierno...!

Volvieron a revolcarse
de la risa por el suelo,
de lo que decía el hombre,
parado, caballo y perro.

.-¡Bueno, al menos buen hombre,
no pagará usted impuestos...!

.-¡Solamente un 18%
muy prontito pagaremos
ricos, pobres y parados
(también lo ha dicho el Gobierno)
y eso hará que nuestra vida,
se convierta en un Infierno,
que la ley del dominó,
irá arrastrando los precios
y lo que hoy cuesta cuatro,
mañana serán doscientos...

.-¡Hala, siga paseando...¡
(dijo el parado más serio)
¡no vive usted en este mundo!
¡no me haga perder el tiempo...!

Pedro.M.B.